El 4 de noviembre nos despertamos con la noticia de que 3 municipalidades de la región kurda, Batman, Mardin y Halfeti, estaban siendo usurpadas por el gobierno turco a través del nombramiento de fideicomisarios impuestos a las administraciones. Esta no es la primera vez que las municipalidades kurdas han sido apropiadas por el gobierno y los administradores locales elegidos democráticamente por el pueblo kurdo han sido destituidos de su cargo. La modificación de la ley a través de un decreto presidencial el 2016, bajo el estado de emergencia posterior a un intento de golpe de estado fallido en Turquía, permite el nombramiento de fideicomisarios a las administraciones locales.
Desde esta modificación, ya se han usurpado 160 municipios. 96 fideicomisarios fueron nombrados el 2016 y después de las elecciones locales del 2019, se nombraron 59 más. Algunos de les coalcaldes del Partido Democrático del Pueblo (HDP) destituidos de su cargo fueron arrestades y han pasado años en prisión. Entre elles había mujeres a las cuales se les envió a juicio por sus declaraciones feministas en marchas y acciones del 25 de noviembre y el 8 de marzo, eventos organizados como parte de la lucha por la liberalización de la mujer. Todos estos fideicomisarios estaban en contra del partido kurdo HDP. Aun así, las elecciones locales del 2024 permitieron ganar de nuevo en todas las municipalidades originalmente suyas e incluso aumentaron el número de votos, esta vez bajo un nuevo nombre: DEM (Partido de la Igualdad y la Democracia de los Pueblos). Hoy en día, estas municipalidades están siendo atacadas. Esto no ha empezado hoy. El 3 de junio, el alcalde Hakkari fue retirado de su cargo por la fuerza, y luego, el 31 de octubre se nombró a un fideicomisario para Esenyurt, del distrito más grande de Estambul.
Nosotras, como feministas de Turquía, vimos esta usurpación como un tema feminista y hacemos un llamado al mundo para que se posicione en contra de estas prácticas antidemocráticas. Sabemos de primera mano qué significan las administraciones locales para las mujeres y cómo los fideicomisarios designados por el Estado son una amenaza a la vida de las mujeres y su acceso a los servicios públicos, así como a su presencia en la vida pública, a su representación política y a su lucha por la igualdad.
Desde 2016 las municipalidades de la región kurda sirven como instrumentos de represión: después de 8 años siendo gobernadas por los fideicomisarios se han convertido en palacios inaccesibles y barrados donde su propia lengua, el kurdo, ha sido prohibida. Las mujeres no son bienvenidas dentro de estos edificios y se ha desmantelado el sistema de coalcaldía que garantiza la igualdad de representación. Una consecuencia inmediata ha sido que las mujeres han quedado excluidas de todos los niveles de la administración municipal, hasta el punto de que, por ejemplo, en Batman, el Departamento Municipal de Políticas de la Mujer, que se encarga de dar respuesta a casos de violencia a la mujer, se encuentra en manos de un hombre. De la misma forma que las mujeres han sido expulsadas de los cargos políticos, las instituciones que empoderan a las mujeres también están siendo desmanteladas. Se han cerrado áreas donde las mujeres socializaban fuera de casa como las cocinas comunes o las lavanderías y han pasado a ser lugares donde hacen cursos religiosos, cedidos por fundaciones de carácter religioso, o se han convertido en oficinas matrimoniales, o en cafeterías para hombres. Un gimnasio municipal de mujeres ha sido convertido en un gimnasio exclusivamente para hombres. En los gimnasios se ha empezado a distribuir folletos de promoción de valores matrimoniales y familiares. Estas acciones son deliberadas y el mensaje es bien claro: el espacio público es de y para los hombres y el lugar de las mujeres es la casa, con la familia.
La denegación de todo tipo de servicios básicos y de infraestructuras bajo las administraciones de fideicomisarios también ha supuesto una carga adicional para las mujeres a causa de la división machista del trabajo. Por ejemplo, la falta de agua corriente implica que las mujeres se conviertan en las responsables de cargar cubos de agua a su casa. Los fideicomisarios también han aumentado las deudas de los ayuntamientos, vendiendo o regalando propiedades públicas, vehículos o inmuebles a los ministerios durante décadas. Uno de esos inmuebles es la oficina del Centro de Mujeres Selis de Batman, que fue arrebatada a las mujeres y luego alquilada por una suma escandalosamente pequeña. Los préstamos contraídos por los fideicomisarios tienen en algunos casos intereses más altos que la suma principal, lo que demuestra que el objetivo principal es incapacitar a estos municipios. Al mismo tiempo, los fideicomisarios han cortado el apoyo financiero para mujeres que viven en refugios para personas con necesidades, aunque el dinero que recibían no era un coste elevado para los presupuestos municipales.
Después de este periodo de destrucción, las mujeres que han podido conseguir llegar al poder como coalcaldesas después de las elecciones de 2024 ya se han puesto a trabajar para poder reconvertir los municipios en estructuras de servicio y empoderamiento para las mujeres. Los ayuntamientos estaban llenos de mujeres. Incluso el impacto más inmediato es inimaginable. De nuevo, los Departamentos Municipales de Políticas de la Mujer se han activado y las municipalidades han vuelto a establecer y abrir centros de consulta y solidaridad para las mujeres, cooperativas de mujeres, guarderías, así como se han reestablecido programas para distribuir compresas gratuitas o para gestionar vacunas contra el VIH, proporcionar cursos de lenguaje de signos para conductores de autobuses y asegurar acceso gratuito al transporte público con la tarjeta Jin para mujeres con pocos recursos. Gracias a estos programas, las ciudades han vuelto a ser espacios donde las mujeres pueden existir de forma igualitaria en el espacio público.
No es coincidencia que una de las ciudades que ha recibido más ataques institucionales sea Batman, donde la alcaldesa es Gülistan Sönük: una mujer joven y kurda que se atrevió a presentarse a las elecciones contra el partido político Hüda-Par que mantiene lazos con organizaciones paramilitares islámicas actives en la región desde los años 90. Su rival, un hombre, había dicho burlonamente “Vamos a permitir a las mujeres que elijan el color del burka que llevan”. Gülistan Sönük ganó con un 64% de los votos en comparación con el 15% que consiguió él. Ahora, el objetivo de este nombramiento de fideicomisario es llevar esta ideología al poder sobre las voluntades de las mujeres kurdas.
Como feministas en Turquía, no nos quedaremos calladas. ¡Pedimos apoyo internacional y que alcéis la voz en solidaridad con nosotras!
¿Qué puedes hacer?
Compartir esta declaración para informar al público y subir contenido a las redes sociales sobre la situación del nombramiento a dedo de los fideicomisarios en Turquía.
Utilizar el hashtag, #feministssaynototrustees y #feministlerkayyumahayirdiyor cuando compartas la información.
Enviarnos mensajes y vídeos de solidaridad en [email protected] y @feministgundem
Poner presión a tu gobierno para que critique estas praxis antidemocráticas ejercidas por el Gobierno turco.
Texto original publicado en la revista feminista Çatlak Zemin el 5 de noviembre de 2024